Cultura Precolombina
Un desarrollo aislado
Los indígenas americanos evolucionaron de modo particular con respecto a las culturas del resto del mundo, pues si bien es cierto que la mayoría de ellas trabajó por separado para conseguir su progreso, también lo es que los grupos nómadas que se desplazaban incesantemente entre unas y otras representaban en alguna forma un medio de comunicación.
Probablemente tres mil años antes del nacimiento de Cristo empiezan a originarse las primeras culturas americanas, especialmente en los territorios actuales de Perú, Guatemala, Colombia, México y Bolivia. Estos grupos alcanzaron a través del tiempo la misma grandeza de las civilizaciones del llamado Viejo Mundo; los aztecas, los incas, los mayas y los muiscas reunieron en torno sus inmensos territorios, organizados bajo complejas estructuras de poder centralizado que hubieran sido envidiadas por varios de los pueblos asiáticos, europeos y africanos.
Por mucho tiempo se ha tratado en menospreciar el trabajo de las culturas indoamericanas, aduciendo la ausencia de algunos cultivos imprescindibles en el resto del mundo, o el no empleo de la rueda y de los animales de tracción; sin embargo, es importante reconocer que las metas que cada cultura persigue están muy lejos de las de sus similares, y por esta razón los americanos emplearon técnicas diferentes para suplir la carencia de las que no conocían, con resultados que satisficieran sus necesidades.
Dos núcleos indígenas especialmente importantes se fraguaron en América, el meso-americano, en el que se ubican los mayas y los aztecas, y el del altiplano andino, donde se establecieron los muiscas y los incas. Aunque otras culturas florecieron en diferentes lugares del continente, la mayoría de ellas fue absorbida por los mencionados imperios, y una gran parte de las que permanecieron separadas pereció a la llegada de los europeos.
La cultura azteca
Los aztecas eran un pueblo belicoso y conquistador. Su aparición en el territorio mexicano es tardía, ya que antes de su nacimiento como poder, en el siglo XI, la zona en la que se establecieron estuvo habitada por los toltecas, cuyas ciudades en ruinas eran saqueadas por las tribus chichimecas en el momento en el que llegaron los aztecas. Luego de ganar muchas batallas y de sobreponerse a una época de esclavitud en Culhuacán, la región de Mesoamérica fue totalmente suya, exceptuando los reinos de Tlaxcala y Michoacán.
Su organización social es de típico carácter piramidal, en la cabeza de la cual se encuentran los militares, seguidos de los sacerdotes, los comerciantes y el pueblo integrado en clanes. En la mayoría de las ciudades conquistadas predominaba el gobierno democrático, comandado por un consejo en el que estaban representados todos los clanes. Asimismo, casi todas estos pueblos se manifestaron culturalmente en formas muy similares, e incluso terminaron por hablar un mismo dialecto, el náhuatl.
La ciudad de Tenochtitlán es tal vez la que mayor evolución encontró en la arquitectura, cuyas construcciones están edificadas con fines estrictamente funcionales; y en ellas la ingeniería juega un importante papel, al ser la base fundamental de las carreteras, los puentes, los acueductos y las presas que allí se fabricaron. En cuanto a la religión, es una pieza fundamental en la belicosidad de los aztecas, ya que los guerreros, a su muerte, gozaban del privilegio de ir a morar en la casa del Sol. De esa manera, la lucha no sólo significaba el hecho de adquirir nuevas tierras sino que además era parte del culto a los dioses; como ejemplo se puede citar la bandeja que sostenía Chac-Mood, en la que se depositaban los corazones de los enemigos. El dios de la creación de los aztecas es Ipallnemoani; no obstante, la deidad principal es la serpiente emplumada, Quetzalcóatl, que enseña las artes de la agricultura, el gobierno y la metalurgia. Es importante reseñar también el hecho de que esta cultura prefería incinerar los cuerpos en vez de enterrarlos —salvo los de los caudillos y nobles—, con lo que se muestra algún conocimiento de la dualidad entre materia y alma.
La civilización maya
Esta cultura se desenvuelve en Guatemala, en la cordillera de América Central, en la península de Yucatán (de donde se puede suponer un contacto con los olmecas, constructores de grandes y perfeccionadas esculturas) y en los actuales estados mexicanos de Chiapas, Campeche y Tabasco, así como en Honduras. En la historia de los mayas se distinguen dos períodos principales, el antiguo, iniciado a comienzos del siglo IV, que parece haber concluido a causa de algunas catástrofes naturales y del acoso de los vecinos del norte, los toltecas; y el clásico, en el que se construyeron grandes ciudades y ostentosos momumentos religiosos.
Los impuestos mayas eran pagados a partir del trabajo; la participación en la edificación de templos, caminos, etc., se consideraba el mejor tributo en bien de la comunidad. Además, estas labores se realizaban con agrado, pues con ellas se obtenían los favores de los dioses. Su cosmovisión se centra en los trece cielos y los nueve infiernos; según ellos, la Tierra reposa sobre un cocodrilo. Sus más importantes deidades son Itzamna y Yum Kaaz, señores de la sabiduría y el maíz, respectivamente. El organigrama social de los mayas era jerárquico. En su orden estaban los sacerdotes y los aristócratas, los hombres libres y los esclavos. El matrimonio se realizaba a los 18 años en el caso de los hombres, y a los 14 en el de las mujeres; la relación se concertaba entre los padres de la pareja, y el día de la boda los regalos eran abundantes.
Los productos comúnmente cultivados fueron maíz, fríjol, ají, papa, algodón y calabaza. La agricultura y el comercio, en especial de tejidos en algodón, fueron el pilar de su economía, por lo que los mayas no temieron lanzarse al mar Caribe para conocer nuevo pueblos con los cuales comerciar, llegando así a Cuba, Panamá y Jamaica. Para guiarse, empleaban su sabiduría en el reconocimiento de las estrellas, la misma que se manifiesta también en su calendario, destinado no sólo a medir el tiempo sino igualmente a establecer las fechas de las celebraciones religiosas y el destino de los hombres. Algunos investigadores han considerado a la arquitectura maya como la más importante de toda la Antigüedad, debido a sus baños de vapor, puentes de bóveda, pirámides, patios de juego, palacios y templos; la escultura formó parte de las edificaciones a manera de adorno pero siempre buscando la solidez de las estructuras. En el caso de la escritura, la maya es la más desarrollada de toda la América prehispánica, a tal punto que sus caracteres ideográficos se emplearon para narrar historias completas con base en ilustraciones.
El imperio inca
En el momento cumbre del poderío inca, en el imperio de Tahuantinsuyu, su territorio abarcaba dos millones de kilómetros cuadrados, desde el Ecuador hasta la parte norte de Argentina y Chile. En un principio, los incas estuvieron agrupados en pequeñas ciudades-Estado, tres siglos antes de la conquista española; luego, a finales del siglo XIV, el abanderamiento de algunas tribus dio comienzo al imperio, pero cuando éste se empezaba a constituir de manera definitiva, en los albores del siglo XVI, fue destrozado por las armas ibéricas.
Las actividades mercantiles fueron fundamentales en la cultura inca pero siempre descansaban en la agricultura, ampliamente desarrollada a través de sistemas de irrigación patrocinados por el Estado, que confiaba a un grupo de especialistas —entre ingenieros, geógrafos y profesores— el control de la producción agrícola del imperio. Además, a los artículos de manufactura nacional agregaban algunos importados, creando así un comercio de intercambio que beneficiaba notablemente a la economía. Igualmente, la gran variedad de tejidos elaborados en lana virgen y en plumas fue bien empleada por los incas en sus trueques con otros pueblos, sacando de ello incontables beneficios. A partir de materias primas naturales se conseguían cerca de 200 tintes de diferentes colores, que al implementarse en las confecciones eran ennoblecidos con el uso de hilos de oro y plata.
En la cima de la administración estaba el Inca, o emperador, que personificaba a los dioses, asesorado por un buen número de ministros. Luego de efectuar sus conquistas, el Inca se hacía querer de los pueblos dominados, logrando que le permitan permanecer en el poder sin el uso de las armas y conservando su calidad de monarca absoluto. La organización judicial logró grandes niveles de efectividad; las comunidades estaban regidas por tribunales regulares y superiores, que a su vez eran supervisados por inspectores morales. Entre los delitos castigados con la pena de muerte se encontraban el robo, el adulterio, la blasfemia y el homicidio.
La religión representa un elemento importante dentro de los asuntos del gobierno, ya que éste posee particularidades teocráticas. Su creador del universo es Viracocha, y el Sol, organizador del imperio, es el más alabado de los dioses porque de él depende la vida. Creían en la resurrección del cuerpo y la inmortalidad, por lo que sus muertos eran enterrados con víveres y joyas.
La ciudad de Cusco es la más destacada representación de la arquitectura inca, en la cual se destacan los palacios, templos y silos en piedra. La manera como recopilaban los sucesos de sus historias eran los quipos, consistentes en series de cuerdas anudadas de diferentes colores, que —de acuerdo con éstos y la separación entre las ataduras— representaban la narración de los sucesos y servían como ayuda de cálculo, con unidades decimales que iban de diez a mil.
Los muiscas
Estos aborígenes estuvieron establecidos en la región que hoy ocupa Colombia, más exactamente en los actuales departamentos de Boyacá, Santander del Sur y Cundinamarca, en la Cordillera Oriental. El idioma con el que se comunicaban era el chibcha, ampliamente utilizado por diferentes tribus desde el Ecuador hasta Nicaragua. Como fue común en la época precolombina, los muiscas sostenían su economía con la agricultura y el comercio. En el caso de los cultivos, éstos se realizaban en terrazas construidas en las partes inclinadas de las montañas, contando para ello con adecuados sistemas de regadío.
La minería de esmeraldas y carbón, pero sobre todo la de sal, pasaron a ser un importante instrumento en el predominio de los muiscas, ya que a través de su trueque ellos mantenían la supremacía sobre regiones en las que no se daban tales productos. Además, la cestería y la cerámica —empleadas casi exclusivamente en labores domésticas— además de los textiles —utilizados como obsequios y tributos—, aparte de su servicio normal en el vestuario contribuyeron a consolidar los contactos mercantiles de este pueblo. Los muiscas emplearon una moneda consistente en tejuelos de oro que perduró en la Colonia. La organización social estaba bien constituida mientras que las minas pertenecían al Estado, la tierra era de propiedad del pueblo; los tributos eran pagados puntualmente, ya que de ello dependía el avance de los trabajos emprendidos por el gobierno, así como la remuneración de los funcionarios públicos y de la nobleza.
La cosmovisión muisca tiene a Chiminigagua como dios creador, al lado de Bochica, quien, según la leyenda, creó una cascada conocida como el salto del Tequendama al golpear las rocas con una vara. De su arte han quedado varias muestras, sobre todo pictografías, monolitos fálicos y grupos de estatuas, como el de la laguna de Fúquene. Es de apreciar especialmente la calidad que alcanzaron en orfebrería, logrando fabricar joyas de incomparable belleza, las mismas que sorprendieron a los conquistadores españoles a su arribo a tierras muiscas y que los hicieron vagar durante años en busca del codiciado tesoro de que hablaba la leyenda del Dorado.
Las otras culturas
Antes que las culturas mencionadas alcanzaran el esplendor que las caracterizó, existieron en América otros grupos humanos que alcanzaron gran desarrollo pero que perecieron ante el influjo del tiempo y de las nuevas civilizaciones. En México, por ejemplo, todo indica que la ciudad de Teotihuacán, a 40 kilómetros de México D.F., se empezó a construir en el siglo I a.C., demostrando desde entonces la existencia de un orden social en el que ya existían centros religiosos, como el de Cuicuilco. Pese a ello, los pobladores de Teotihuacán, que habían extendido su cultura hasta Guatemala, se vieron debilitados por la arremetida de los toltecas, provenientes al parecer de la ciudad de Tula, probablemente entre los siglos II y XI de nuestra era. En Sur América, culturas como la de Chimu, en el norte de Perú, y la de Nazca, entre Chile y Lima, dejaron grandes legados que son muestra de su avance, iniciado muchos siglos antes de nuestra era. Por otro lado, templos como el de la civilización Chavín —que existió entre el siglo VII a.C. y el I d.C.— y la ciudad de Tiahuanaco, al orillas de lago Titicaca, en Bolivia, desatan serias disputas entre los investigadores, que no logran ponerse de acuerdo sobre cuál de los dos centros influyó más en los incas, atribuyéndoles incluso el hecho de ser capitales del imperio.
Los indígenas americanos evolucionaron de modo particular con respecto a las culturas del resto del mundo, pues si bien es cierto que la mayoría de ellas trabajó por separado para conseguir su progreso, también lo es que los grupos nómadas que se desplazaban incesantemente entre unas y otras representaban en alguna forma un medio de comunicación.
Probablemente tres mil años antes del nacimiento de Cristo empiezan a originarse las primeras culturas americanas, especialmente en los territorios actuales de Perú, Guatemala, Colombia, México y Bolivia. Estos grupos alcanzaron a través del tiempo la misma grandeza de las civilizaciones del llamado Viejo Mundo; los aztecas, los incas, los mayas y los muiscas reunieron en torno sus inmensos territorios, organizados bajo complejas estructuras de poder centralizado que hubieran sido envidiadas por varios de los pueblos asiáticos, europeos y africanos.
Por mucho tiempo se ha tratado en menospreciar el trabajo de las culturas indoamericanas, aduciendo la ausencia de algunos cultivos imprescindibles en el resto del mundo, o el no empleo de la rueda y de los animales de tracción; sin embargo, es importante reconocer que las metas que cada cultura persigue están muy lejos de las de sus similares, y por esta razón los americanos emplearon técnicas diferentes para suplir la carencia de las que no conocían, con resultados que satisficieran sus necesidades.
Dos núcleos indígenas especialmente importantes se fraguaron en América, el meso-americano, en el que se ubican los mayas y los aztecas, y el del altiplano andino, donde se establecieron los muiscas y los incas. Aunque otras culturas florecieron en diferentes lugares del continente, la mayoría de ellas fue absorbida por los mencionados imperios, y una gran parte de las que permanecieron separadas pereció a la llegada de los europeos.
La cultura azteca
Los aztecas eran un pueblo belicoso y conquistador. Su aparición en el territorio mexicano es tardía, ya que antes de su nacimiento como poder, en el siglo XI, la zona en la que se establecieron estuvo habitada por los toltecas, cuyas ciudades en ruinas eran saqueadas por las tribus chichimecas en el momento en el que llegaron los aztecas. Luego de ganar muchas batallas y de sobreponerse a una época de esclavitud en Culhuacán, la región de Mesoamérica fue totalmente suya, exceptuando los reinos de Tlaxcala y Michoacán.
Su organización social es de típico carácter piramidal, en la cabeza de la cual se encuentran los militares, seguidos de los sacerdotes, los comerciantes y el pueblo integrado en clanes. En la mayoría de las ciudades conquistadas predominaba el gobierno democrático, comandado por un consejo en el que estaban representados todos los clanes. Asimismo, casi todas estos pueblos se manifestaron culturalmente en formas muy similares, e incluso terminaron por hablar un mismo dialecto, el náhuatl.
La ciudad de Tenochtitlán es tal vez la que mayor evolución encontró en la arquitectura, cuyas construcciones están edificadas con fines estrictamente funcionales; y en ellas la ingeniería juega un importante papel, al ser la base fundamental de las carreteras, los puentes, los acueductos y las presas que allí se fabricaron. En cuanto a la religión, es una pieza fundamental en la belicosidad de los aztecas, ya que los guerreros, a su muerte, gozaban del privilegio de ir a morar en la casa del Sol. De esa manera, la lucha no sólo significaba el hecho de adquirir nuevas tierras sino que además era parte del culto a los dioses; como ejemplo se puede citar la bandeja que sostenía Chac-Mood, en la que se depositaban los corazones de los enemigos. El dios de la creación de los aztecas es Ipallnemoani; no obstante, la deidad principal es la serpiente emplumada, Quetzalcóatl, que enseña las artes de la agricultura, el gobierno y la metalurgia. Es importante reseñar también el hecho de que esta cultura prefería incinerar los cuerpos en vez de enterrarlos —salvo los de los caudillos y nobles—, con lo que se muestra algún conocimiento de la dualidad entre materia y alma.
La civilización maya
Esta cultura se desenvuelve en Guatemala, en la cordillera de América Central, en la península de Yucatán (de donde se puede suponer un contacto con los olmecas, constructores de grandes y perfeccionadas esculturas) y en los actuales estados mexicanos de Chiapas, Campeche y Tabasco, así como en Honduras. En la historia de los mayas se distinguen dos períodos principales, el antiguo, iniciado a comienzos del siglo IV, que parece haber concluido a causa de algunas catástrofes naturales y del acoso de los vecinos del norte, los toltecas; y el clásico, en el que se construyeron grandes ciudades y ostentosos momumentos religiosos.
Los impuestos mayas eran pagados a partir del trabajo; la participación en la edificación de templos, caminos, etc., se consideraba el mejor tributo en bien de la comunidad. Además, estas labores se realizaban con agrado, pues con ellas se obtenían los favores de los dioses. Su cosmovisión se centra en los trece cielos y los nueve infiernos; según ellos, la Tierra reposa sobre un cocodrilo. Sus más importantes deidades son Itzamna y Yum Kaaz, señores de la sabiduría y el maíz, respectivamente. El organigrama social de los mayas era jerárquico. En su orden estaban los sacerdotes y los aristócratas, los hombres libres y los esclavos. El matrimonio se realizaba a los 18 años en el caso de los hombres, y a los 14 en el de las mujeres; la relación se concertaba entre los padres de la pareja, y el día de la boda los regalos eran abundantes.
Los productos comúnmente cultivados fueron maíz, fríjol, ají, papa, algodón y calabaza. La agricultura y el comercio, en especial de tejidos en algodón, fueron el pilar de su economía, por lo que los mayas no temieron lanzarse al mar Caribe para conocer nuevo pueblos con los cuales comerciar, llegando así a Cuba, Panamá y Jamaica. Para guiarse, empleaban su sabiduría en el reconocimiento de las estrellas, la misma que se manifiesta también en su calendario, destinado no sólo a medir el tiempo sino igualmente a establecer las fechas de las celebraciones religiosas y el destino de los hombres. Algunos investigadores han considerado a la arquitectura maya como la más importante de toda la Antigüedad, debido a sus baños de vapor, puentes de bóveda, pirámides, patios de juego, palacios y templos; la escultura formó parte de las edificaciones a manera de adorno pero siempre buscando la solidez de las estructuras. En el caso de la escritura, la maya es la más desarrollada de toda la América prehispánica, a tal punto que sus caracteres ideográficos se emplearon para narrar historias completas con base en ilustraciones.
El imperio inca
En el momento cumbre del poderío inca, en el imperio de Tahuantinsuyu, su territorio abarcaba dos millones de kilómetros cuadrados, desde el Ecuador hasta la parte norte de Argentina y Chile. En un principio, los incas estuvieron agrupados en pequeñas ciudades-Estado, tres siglos antes de la conquista española; luego, a finales del siglo XIV, el abanderamiento de algunas tribus dio comienzo al imperio, pero cuando éste se empezaba a constituir de manera definitiva, en los albores del siglo XVI, fue destrozado por las armas ibéricas.
Las actividades mercantiles fueron fundamentales en la cultura inca pero siempre descansaban en la agricultura, ampliamente desarrollada a través de sistemas de irrigación patrocinados por el Estado, que confiaba a un grupo de especialistas —entre ingenieros, geógrafos y profesores— el control de la producción agrícola del imperio. Además, a los artículos de manufactura nacional agregaban algunos importados, creando así un comercio de intercambio que beneficiaba notablemente a la economía. Igualmente, la gran variedad de tejidos elaborados en lana virgen y en plumas fue bien empleada por los incas en sus trueques con otros pueblos, sacando de ello incontables beneficios. A partir de materias primas naturales se conseguían cerca de 200 tintes de diferentes colores, que al implementarse en las confecciones eran ennoblecidos con el uso de hilos de oro y plata.
En la cima de la administración estaba el Inca, o emperador, que personificaba a los dioses, asesorado por un buen número de ministros. Luego de efectuar sus conquistas, el Inca se hacía querer de los pueblos dominados, logrando que le permitan permanecer en el poder sin el uso de las armas y conservando su calidad de monarca absoluto. La organización judicial logró grandes niveles de efectividad; las comunidades estaban regidas por tribunales regulares y superiores, que a su vez eran supervisados por inspectores morales. Entre los delitos castigados con la pena de muerte se encontraban el robo, el adulterio, la blasfemia y el homicidio.
La religión representa un elemento importante dentro de los asuntos del gobierno, ya que éste posee particularidades teocráticas. Su creador del universo es Viracocha, y el Sol, organizador del imperio, es el más alabado de los dioses porque de él depende la vida. Creían en la resurrección del cuerpo y la inmortalidad, por lo que sus muertos eran enterrados con víveres y joyas.
La ciudad de Cusco es la más destacada representación de la arquitectura inca, en la cual se destacan los palacios, templos y silos en piedra. La manera como recopilaban los sucesos de sus historias eran los quipos, consistentes en series de cuerdas anudadas de diferentes colores, que —de acuerdo con éstos y la separación entre las ataduras— representaban la narración de los sucesos y servían como ayuda de cálculo, con unidades decimales que iban de diez a mil.
Los muiscas
Estos aborígenes estuvieron establecidos en la región que hoy ocupa Colombia, más exactamente en los actuales departamentos de Boyacá, Santander del Sur y Cundinamarca, en la Cordillera Oriental. El idioma con el que se comunicaban era el chibcha, ampliamente utilizado por diferentes tribus desde el Ecuador hasta Nicaragua. Como fue común en la época precolombina, los muiscas sostenían su economía con la agricultura y el comercio. En el caso de los cultivos, éstos se realizaban en terrazas construidas en las partes inclinadas de las montañas, contando para ello con adecuados sistemas de regadío.
La minería de esmeraldas y carbón, pero sobre todo la de sal, pasaron a ser un importante instrumento en el predominio de los muiscas, ya que a través de su trueque ellos mantenían la supremacía sobre regiones en las que no se daban tales productos. Además, la cestería y la cerámica —empleadas casi exclusivamente en labores domésticas— además de los textiles —utilizados como obsequios y tributos—, aparte de su servicio normal en el vestuario contribuyeron a consolidar los contactos mercantiles de este pueblo. Los muiscas emplearon una moneda consistente en tejuelos de oro que perduró en la Colonia. La organización social estaba bien constituida mientras que las minas pertenecían al Estado, la tierra era de propiedad del pueblo; los tributos eran pagados puntualmente, ya que de ello dependía el avance de los trabajos emprendidos por el gobierno, así como la remuneración de los funcionarios públicos y de la nobleza.
La cosmovisión muisca tiene a Chiminigagua como dios creador, al lado de Bochica, quien, según la leyenda, creó una cascada conocida como el salto del Tequendama al golpear las rocas con una vara. De su arte han quedado varias muestras, sobre todo pictografías, monolitos fálicos y grupos de estatuas, como el de la laguna de Fúquene. Es de apreciar especialmente la calidad que alcanzaron en orfebrería, logrando fabricar joyas de incomparable belleza, las mismas que sorprendieron a los conquistadores españoles a su arribo a tierras muiscas y que los hicieron vagar durante años en busca del codiciado tesoro de que hablaba la leyenda del Dorado.
Las otras culturas
Antes que las culturas mencionadas alcanzaran el esplendor que las caracterizó, existieron en América otros grupos humanos que alcanzaron gran desarrollo pero que perecieron ante el influjo del tiempo y de las nuevas civilizaciones. En México, por ejemplo, todo indica que la ciudad de Teotihuacán, a 40 kilómetros de México D.F., se empezó a construir en el siglo I a.C., demostrando desde entonces la existencia de un orden social en el que ya existían centros religiosos, como el de Cuicuilco. Pese a ello, los pobladores de Teotihuacán, que habían extendido su cultura hasta Guatemala, se vieron debilitados por la arremetida de los toltecas, provenientes al parecer de la ciudad de Tula, probablemente entre los siglos II y XI de nuestra era. En Sur América, culturas como la de Chimu, en el norte de Perú, y la de Nazca, entre Chile y Lima, dejaron grandes legados que son muestra de su avance, iniciado muchos siglos antes de nuestra era. Por otro lado, templos como el de la civilización Chavín —que existió entre el siglo VII a.C. y el I d.C.— y la ciudad de Tiahuanaco, al orillas de lago Titicaca, en Bolivia, desatan serias disputas entre los investigadores, que no logran ponerse de acuerdo sobre cuál de los dos centros influyó más en los incas, atribuyéndoles incluso el hecho de ser capitales del imperio.